Mauri, lo que natura non da, salamanca non presta

En verdad que son notables las peripecias del gobierno de Macri para sacudir a inversores y ciudadanos que a esta altura del campeonato, ya no le creen. Tal vez, si la conducción económica fuera vertical y no atomizada como ahora, generaría más confianza, serviría para el crédito. Desde Dujovne hasta Cabrera, son todos capangas los ex-gurues de la city

La sensación es que los funcionarios se mueven por impulsos, alguien dijo «prueba y error»; hay botones de muestra: precios transparentes, desmerecer ahora 12, inventar ahora 18, financiar compras de 3 a 6 meses a tasa 0, modificar Procrear y lo que es la vedette: los créditos hipotecarios. El Gobierno lanzó ayer una de sus mayores apuestas del año electoral: un shock de créditos hipotecarios de la mano de la banca pública, que esperan se traduzca en un boom de viviendas que le permita mejorar el ánimo de los consumidores tras un año de ajuste y con la confianza en baja.

Algunos de los argumentos para generar confianza son mas o menos estos: “Un matrimonio de una empleada doméstica y un albañil podrán tener una casa”, graficó Javier González Fraga, titular del Banco Nación. “La gente entiende que se está recuperando la confianza”, apuntó Juan Curutchet, titular del Banco Provincia. “Es una oportunidad para todos los que vienen al banco, que en su mayoría tienen menos de 40 años y viven con sus padres o alquilan”, añadió Javier Ortiz Batalla, del Ciudad.

Generar confianza es parte de lo que “lajente” llama relato. Por eso aparece lo que Felipe González dice que dijo y el gobierno cree que eso sirve para generarla.

Dice Jorge Fontevecchia sobre el tema “si CFK va presa llueven las inversiones”

Macri precisa sostener su gran promesa electoral de 2015, centrada en que habrá crecimiento económico de la mano de las inversiones que no venían por culpa del gobierno anterior. Primero sostuvo  que, tras la salida del cepo y el acuerdo con los holdouts, comenzaría la lluvia de dólares, luego en el segundo semestre, luego... luego.

Creer ahora que no llegaron las inversiones porque la vigencia de Cristina aún no se eclipsó definitivamente es un potente eslogan electoral para octubre pero es una simplificación. Es verosímil que aquellas inversiones que tienen un repago de largo plazo, y cuya actividad está regulada por decisiones del gobierno de turno, se sentirían más seguras si pudieran confirmar que no hay un regreso del mismo tipo de populismo a corto plazo. Pero extender eso a todas las inversiones futuras o atribuir la incumplida llegada de inversiones a esa causa, ilusionándose con un boom de inversiones en noviembre si Cambiemos ganara las elecciones, puede ser un error similar al de esperarlas tras el acuerdo con los holdouts.

La misma falsa ilusión reside en creer que el conflicto social de las últimas semanas es el resultado de una puja por quiénes se aferran a las ventajas que les dio la inflación pidiendo más salario o más subsidio a un Estado que genera un déficit que sólo puede pagar con emisión monetaria. 

Todo ello no minimiza la importancia de la inversión para que la economía argentina retome su crecimiento, ni dejar de reconocer que el modelo kirchnerista la inviabilizó; o que la reducción de la inflación no es imprescindible para que la Argentina vuelva a crecer sostenidamente. Pero ponderar su importancia relativa es fundamental para que el Gobierno no vuelva a sobreestimar sus fortalezas, como hizo al comienzo de su gestión, cuando creyó que el solo fin del gobierno kirchnerista atraería las inversiones de todo el mundo y en las oportunidades que el comercio mundial les daría a los productores argentinos, junto a que el populismo había pasado definitivamente de moda.

Generar confianza parece un contrasentido cuando según el INDEC una familia tipo necesita $ 13.673  para no ser pobre.


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