La margarita de Lifschitz

El gobierno santafesino trabaja aceleradamente en dos cuestiones clave que marcarán el futuro político de la provincia, al margen del día a día de la gestión y de las preocupaciones de la sociedad que, sin duda alguna, transitan por la especificidad de la economía y la seguridad. Reforma electoral y reforma de la Constitución son los dos temas que, puertas adentro de la Casa Gris, van camino a salir a la luz.

A la espera de que el gobierno nacional ingrese en el Congreso su propio desiderátum sobre reforma electoral (cuyo primer compendio ya fue presentado, con dudas y certezas), el Ejecutivo santafesino mensura que, tal vez, por costos económicos el voto electrónico quede para una mejor oportunidad. Sí se evalúa la posibilidad de digitalizar el escrutinio provisorio y la transferencia de datos de cada mesa.

"Ir hacia el voto electrónico convertirá a cada elección en algo muchísimo más oneroso que lo que sucede ahora con el sistema manual que, ya de por sí, es altísimo", afirmó un funcionario provincial que está trabajando directamente en el tema.

El costo estimado del sistema electrónico es un 20 por ciento superior al actual. "Es así, eso es verdad, pero el soporte papel con las boletas sirve para una sola elección y luego se tira todo. Si incorporamos un software propio, queda para siempre y se amortiza el gasto en dos elecciones", confió un conocedor al dedillo de estas cuestiones.

Además de ese tópico, el gobierno santafesino rechaza la idea de contratar a una empresa privada como proveedora del sistema cada vez que haya un proceso electoral, por la magnitud de los costos pero, además, porque significaría dejar en manos de un tercero todos los datos sensibles a un privado, ajeno a estas cuestiones.

En ese punto exacto, aparece la idea del diputado Eduardo Di Pollina para provincializar el proceso, de acuerdo a una acordada de la Cámara Nacional Electoral que dictaminó que "la política no se puede privatizar". En la ley está establecido que es responsabilidad exclusiva y única del Estado, elaborar y controlar el software.

A partir de estos condicionamientos en tiempos de devaluación, inflación y bolsillos raídos, comenzó a cobrar cuerpo el mantenimiento para 2017 de la boleta única de papel, con la innovación de utilización de la tecnología para agilizar, bajo algún método digital, el proceso de recuento de votos.

La boleta única de papel ha resultado un instrumento con muy buena recepción por parte de los santafesinos y es, incluso, mucho más democrática y abarcativa que la que está proponiendo la Cosa Rosada con un formato electrónico, pero con una severa limitación en las primarias a la hora de darle libertad a los electores para sufragar por diferentes frentes y/o partidos.

El trastorno mayor que presenta la boleta única —en realidad todos los sistemas de votación— es la lentitud en la divulgación de los resultados, por eso no descartan en el gobierno de Miguel Lifschitz ir hacia esa modificación parcial, digitalizando el escrutinio provisorio, algo que evitaría la sempiterna morosidad del envío de telegramas.

Aunque por ahora son apenas aprontes que se manejan bajo siete llaves, el Ejecutivo santafesino no tiene demasiado tiempo de cara a las elecciones de 2017. "La idea es que el gobernador formalice la convocatoria a elecciones con el sistema electoral nuevo, si que lo hay, aunque en todos los casos dependemos del consenso en las dos Cámaras", reseñó la fuente,

De hecho, el proyecto ingresado por Di Pollina contempla la entronización de la Boleta Unica Digital, que es diferente al voto electrónico y "ofrece mayores seguridades", según dijo el propio legislador. Aunque la iniciativa supere el filtro de la Cámara baja, nadie podría suponer que los senadores le den la bendición, atento al estado de tensión que existe hoy entre el gobierno y esos legisladores por la cuestión del endeudamiento.

Los senadores provinciales tienen un status político inédito, más allá del ítem vinculado a los subsidios. En el proceso de reforma electoral en ciernes, que podría contemplar la utilización de un nuevo casillero en la boleta única permitiendo el voto por frente o lista completa, quedarían al margen los senadores, que no quieren saber nada de quedar presos de una remixada boleta sábana.

"Desde hoy hasta dentro de 90 días puede haber novedades", revelaron desde la Gobernación, mientras se podía ver desde los ventanales cómo la tarde se consumía en la plaza San Martín.

A la par de lo que podría ser el futuro sistema electoral, el gobierno tiene en mente volver a la carga con la discusión por la reforma constitucional. En los próximos días se convocará a jornadas de discusión, paneles públicos y debates, intentando instalar el tema en la opinión pública.

Lifschitz se dio cuenta que mantener la discusión por la reforma en el microclima de la política es un juego de suma cero, más aún cuando la principal barrera está adentro del propio Partido Socialista.

En el gabinete esperan que el gobernador diga "avancemos" para tantear las voluntades reales en la Legislatura. Hasta aquí hay mayor masa crítica entre los opositores que en la propia dinámica interna del socialismo. "La reforma constitucional está en un cajón, y ese cajón está con llave", dicen cerca de Antonio Bonfatti.

Están tan expuestas las diferencias el el oficialismo respecto de una eventual reelección que el vicegobernador Carlos Fascendini propuso en un programa periodístico que se autoexcluya Lifschitz de un eventual nuevo período, pero también el mandatario que lo suceda.

En el Frente Progresista hay quienes sostienen que Lifschitz debe avanzar haya o no interés popular: "Si hacemos una consulta popular, gana el no. Además, fuera del ámbito de la política y la universidad, ¿quién le va a dar pelota a eso con el escenario económico y social que tenemos? El gobernador tiene que avanzar por la suyas".

Lifschitz medita, pero está decidido a activar su propia batería. Necesita consolidar su liderazgo para que el socialismo vuelva a pegar un subidón.



___
Textos e imagen de: Mauricio Maronna, La Capital de Rosario

Comentarios