Biolcati, Buzzi, Llambías, Garetto: fieles a su lógica

Son dueños del campo y de la potencialidad de un país estrictamente agroexportador. También son dueños de esa lógica perversa de suponer que el Estado tiene la obligación de intervenir sólo cuando ellos lo necesitan. Quizá por eso su puja sectorial es una historia de nunca acabar. Igual que otros, sus intereses están siempre por encima del resto de los argentinos.

Tienen razones para patalear porque exportadoras y molineros no respetan el pago del FAS teórico al productor, pero nada parece alcanzarles y todo queda entreverado en las discusiones de un negocio formidable. Por eso ya no sorprende que la Mesa de Enlace considere "insuficiente" la liberación de la totalidad del saldo exportable de trigo y retome su vieja lucha con el Gobierno.

La campaña 2009/2010 duplicó el rendimiento en relación a la anterior: se estiman 14,5 millones de toneladas. Ya se liberó la mitad y la otra mitad es para abastecer al mercado interno. Esa es una de las cuestiones, pero que poco tiene que ver con el reclamo por los intermediarios. Pero en el sector separan la paja del trigo sólo cuando les conviene… En términos reales el gran negocio sigue siendo la soja y nadie alienta profundamente el crecimiento del trigo.

La soja cerró a u$s 521 la tonelada en el mercado de Chicago: con la frenada Resolución 125 el productor sojero pagaría 44,5% de retenciones en vez del 35% actual. Pero no alcanza. En el país hay más de 18 millones de hectáreas destinadas a la soja contra 4 millones para trigo. Y con todos los descuentos vía retenciones y gastos, los productores sojeros (la mayoría) ya recaudaron más de u$s 6.500 millones, el doble que en la campaña anterior.

Conscientes de que en un año electoral es necesario hacer pesar su poder de fuego, Biolcati, Buzzi, Llambías y Garetto vuelven para defender los intereses de su sector. Por eso van al paro. Exigen la liberación del mercado porque no hay sequía, porque lo campos están libres de hipotecas y porque el precio internacional sigue siendo favorable. Entonces reclaman soluciones profundas y se dan el gusto de rechazar los créditos para el sector. Una lógica perversa.

Nos vemos,



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BAE

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