La vigencia del viento de los '90

Recibimos de Agenda de Reflexión,

La historia de los puertos sobre las marrones aguas del Paraná es anterior al sueño colectivo inconcluso parido el 25 de mayo de 1810 y a la propia invención del virreynato del río de La Plata. Hacia 1527, donde hoy se levanta Puerto Gaboto, al norte de Rosario, surgieron los primeros rudimentos de muelles que hoy conforman la principal puerta de exportación de los cereales argentinos.

El complejo oleaginoso que va desde Timbúes, pasa por Puerto San Martín y San Lorenzo, ignora la cuna de la bandera y termina en Punta Alvear, ha desplazado al que fuera el segundo cordón industrial más importante de América latina después del de San Pablo.

Más allá de la crisis financiera del año 2009, Cargill, Dreyfus, Bunge, Nidera, Molinos Río de la Plata, Toepffer, Aceitera General Deheaza y Minera Bajo La Lumbrera, tuvieron una facturación total de de 52.104 millones de pesos, alrededor de 13 mil millones de dólares.

Una enorme masa de dinero que no se vuelca en la vida cotidiana de sus trabajadores ni tampoco en los pueblos y ciudades que le dan sustento a pesar del creciente nivel de contaminación ambiental que provocan.

Para la Escuela de Estadísticas de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario, citados por la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina, estas firmas invierten solamente un 1,94 por ciento del total de sus erogaciones en salarios.

En el caso de los estibadores la cuestión es peor porque el sueldo de los jornaleros no representa cifra significativa en las utilidades de las empresas radicadas sobre el caudaloso Paraná.

Este presente de opulencia e impunidad es hijo directo de una historia de saqueo.

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