Actitudes cooperativas y actitudes conflictivas


La Nación publica hoy un artículo que titula El choque de dos Argentinas, con la pretensión de mostrar las dos caras de una misma moneda. De un lado la sociedad, la gente común con sus problemas a la que poco le importa el sainete político y del otro lado, esta grotesca comedia parlamentaria. En rigor de verdad, los autores de la comedia, son aquellos que quisieron imponer un estado parlamentario de facto, sin entender que el juego de la democracia pasa por ejecutar los roles que a cada uno le compete.

Los opositores pretenden co-gobernar y esa idea los lleva a tener actitudes autoritarias, e intolerantes, provocando una compartimentación de la sociedad; la falta de disposición para escuchar al otro, para dialogar y llegar a compromisos serios, aptos, aceptables y factibles; esa manera de ser y de pensar deben ser erradicadas de la política argentina.

"Y es bueno, en tal sentido, recordar que la política volvió a la Argentina, a comienzos de los años 80, luego de los ocho años de la más sangrienta y oprobiosa dictadura, en un contexto muy particular, de enormes cambios, perplejidades e incertidumbres. Entonces, pensamos que el diálogo y el compromiso entre las fuerzas populares debía ser el motor que haría avanzar a la democracia", decía Alfonsín.

Una sociedad democrática no existe sin diálogo, que hace posibles los disensos pero también, y de manera sobresaliente, los acuerdos y consensos. El primer consenso se basa en el reconocimiento y aceptación de normas que regulen y garanticen la convivencia entre quienes piensan distinto. Hace poco lo definíamos como Honestidad Intelectual.

Esa convivencia necesita que las actitudes cooperativas predominen sobre las conflictivas. Los conflictos siempre están presentes en la sociedad como expresión de la multiplicidad de intereses y aspiraciones; pero si no se sintetizan, amortiguan y adecuan, sólo terminan siendo superados a través de la imposición o negación del rival.

El argumento central del conglomerado opositor en las elecciones de renovación parcial de representantes del poder legislativo del 28 de junio pasado, era que un triunfo anti-kirchnerista, iba a crear las condiciones para un nuevo consenso que permitiera al país retomar el sendero del desarrollo.

La lógica de la oposición de derecha, era capitalizar el movimiento de las patronales ruralistas del otoño del 2008 y su incidencia en sectores de las clases medias urbanas, para modificar la ecuación de poder sellada en las elecciones generales de octubre del 2007. Al día siguiente de los resultados electorales, el triunfalismo opositor caracterizó erróneamente, que la restauración de la derecha económica y las políticas del consenso de los noventa estaban a la vuelta de la esquina.

Se pregunta en La Nación si el feriado del 24/03 y la celebración de la Semana Santa tendrán efecto tranquilizador. Un respiro para la tensión. ¿Alcanzarán esos días para que la reflexión se imponga sobre la crispación, se bajen los decibeles y se puedan acercar posiciones en una negociación en la que nadie pierda y todos ganen? Parece difícil cuando el objetivo hoy está puesto en 2011. En estos 15 días la oposición tendrá el desafío de reducir la brecha que los ha separado de los intereses del ciudadano común, cuyo interés por lo público sigue siendo alto pero comienza a saturarse de discusiones sin resultados concretos y soluciones palpables.

Lamento desilusionarlo pero pretender que el tiempo cierre la brecha, es simplificar las cosas de una manera irresponsable y sin compromiso con el ser nacional, con la patria.

Para que las decisiones parlamentarias profundicen las medidas que favorezcan a las grandes mayorías que viven de su trabajo, o esperan esperanzadas el ansiado lugar bajo el sol de la democracia argentina, será necesario dejar de jugar para la tribuna en una especie de festival opositor anti K. No advertir que el humor de la muchedumbre atomizada por décadas de neoliberalismo, se vuelve tan variable e incierto,- como el discurso de ciertos referentes políticos-, es seguir jugando con fuego.

Mientras tanto los marginados del sistema productivo aún esperan su turno en el reparto de los beneficios del modelo, y los millones de trabajadores que hacen milagros para llegar a fin de mes, ante el egoísmo de los formadores de precios y la insensibilidad de los que más ganan, que siguen apostando a la inflación, pueden en el día menos pensado -hartos- agotar su infinita paciencia.

Nos vemos,


Aportes de Jorge Muracciole

Comentarios

Ester Lina ha dicho que…
Muy interesante tu reflexión ante la nota del diario. Te cuento que entré, para leer sobre todo los comentarios de los lectores, que son de una mediocridad que no se puede creer. Y quise responder a una con las obras de los K, que ella cuestionaba, y a pesar que hace mucho que soy lectora registrada, no me dejaron comentar.
Es cierto, no sólo el tiempo va a remediar este parate del Congreso. Tal vez los papelones que hizo la oposición sirvan para suavizar un poco las discusiones en favior del País y no de los intereses personales de cada sector.
Saludos