La Metropolitana rumbo al libro Guiness

Como si fuese un fugitivo de la justicia, Mauricio Macri se fue a Europa para escapar del reguero de escándalos sembrados por su aventura policial. Pero su plan de fuga no le sirvió de mucho: en las pistas de esquí de los Alpes suizos se enteró de las nuevas pinchaduras a su propio jefe de Gabinte, y en Madrid tuvo que decidir la remoción del segundo jefe de su policía y -más tarde- vio las imágenes de Palacios saliendo esposado de Tribunales.

Es inevitable que los sucesos afecten la imagen pública de Mauricio Macri. Todo el escándalo del espionaje porteño termina apuntando al propio jefe de Gobierno y aspirante a candidato presidencial en 2011, porque los casos más recientes indican que sólo él podría haber ordenado espiar a sus propios familiares y colaboradores. Algunos memoriosos de su propio entorno recuerdan haberle escuchado decir:"A mis ministros los espío yo".

El mutismo y las evasivas que caracterizaron la primera declaración de Palacios ante Oyarbide son bastante elocuentes para los buenos entendedores. El se hizo cargo de haber reclutado a James pero negó toda relación con el espionaje. Esto no hace más que acrecentar las sospechas que tanto Jorge Palacios, como Osvaldo Chamorro actuaban bajo las órdenes de Macri, le reportaban solamente a él y cumplían todas sus directivas.

No hay dudas que toda la conducción de la policía porteña estuvo estructurada en base a gente de confianza de Palacios y de Chamorro -es decir-, de Macri. El relevo de Osvaldo Chamorro y el nombramiento de Eugenio Burzaco, difícilmente sirvan para poner un punto final al escándalo. ¿Qué ocurrirá cuando Palacios decida prender el ventilador, tal como viene amenazando? ¿O será Ciro James quien lo haga?

De la primera declaración ante Oyarbide se deduce que la estrategia de los abogados de Palacios no apunta a rebatir el cúmulo de pruebas en su contra sino que busca la excarcelación. Aún antes de haber dormido por primera vez en el penal de Marcos Paz, a Palacios lo que le importa es la libertad. A cualquier precio.

En consecuencia, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Cuanto tiempo guardará silencio el Fino para proteger a sus mandantes políticos? Sólo él los sabe, pero al mismo tiempo, Macri se ha convertido en rehén de su propia criatura. Otro tanto ocurre con el ministro Guillermo Montenegro a quien ya le han sentado a su eventual reemplazante -Eugenio Burzaco-, en el banco de los suplentes.

Anticipándose a este escenario, a fines de agosto Montenegro hizo una llamativa declaración al diario Perfil: "El Fino no nos puede denunciar por nada, porque él estaba al tanto de todo; de cada compra, de los autos, de las armas y de todas las evaluaciones que hicimos"· ¿A que "evaluaciones" se refería el críptico y tambaleante ministro?

El consultor político Jaime Durán Barba, que es uno de los principales asesores de Macri admitió ayer que "el conjunto del gobierno de la Ciudad no tiene experiencia en gestión". Su opinión respecto de Eugenio Burzaco como nuevo jefe de la Policía porteña, no fue más benévola. Durán Barba señaló que Burzaco "es una persona que ha estudiado mucho el tema de la seguridad, pero no estuvo en el tema policial".

Aunque el inexperto Burzaco todavía no se ha hecho cargo de la conducción de la Metropolitana, el nombramiento de su jefe de Gabinete va a desatar un nuevo escándalo. Es que le habría ofrecido el puesto al ex fiscal adjunto de la causa AMIA, Marcelo Martínez Burgos, que debió apartarse de esa investigación después de que el autor de esta nota revelara, en marzo de 2007, que había mantenido reuniones secretas en el lobby de un hotel de Puerto Madero con los abogados que iban a representar a los nueve diplomáticos iraníes prófugos en esa causa.

Como resultado de aquel escándalo, Martínez Burgos fue apartado de la causa y pasó de investigador a investigado. El tema determinó la apertura de un expediente en el juzgado de Rodolfo Canicoba Corral, en el que el inminente colaborador de Burzaco figuró como acusado de negociar con la Embajada de Irán con el propósito de desviar el curso de la investigación. La Metropolitana sigue recolectando luminarias.

Hasta ahora, la Metropolitana sólo ha conseguido estar en condiciones de ingresar al libro Guiness como la fuerza de seguridad que perdió más jefes antes de salir a la calle o disparar un solo tiro. Nunca una fuerza policial le ha dado tantos dolores de cabeza a sus padres fundadores.

Nos vemos

Fuente: BAE

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