MEJOR QUE DECIR ES HACER, MEJOR QUE PROMETER ES REALIZAR

A propósito del conflicto con los operarios del ingenio Las Toscas, creo es oportuno recordar las convicciones del gobernador Binner sobre las economías regionales y el rol que debe cumplir el estado. Estas convicciones trasladadas a lo que su gestión pretende desarrollar como políticas de estado lo llevaron a decir lo siguiente “El universo agropecuario, paulatinamente, va dejando de ser un proveedor exclusivo de materias primas para ingresar al mundo de la energía renovable y de los insumos industriales, al tiempo que se torna en un demandante creciente de bienes industriales, servicios y conocimiento”. Binner tiene claro que “la producción agropecuaria tiene una particular significación económica y social para la provincia de Santa Fe”. Por si esto fuera poco, está convencido que el “nuevo campo abre oportunidades de desarrollos tecnológicos y productivos inéditas y se suma a la industria como un motor de desarrollo. Ya no es sólo visto como un generador de alimentos abundantes y baratos, sino como una actividad con un alto potencial productivo, tecnológico y de generación de empleo, excedentes económicos y de divisas”.

Su PROPUESTA DE SANTA FE PARA UNA POLITICA DE DESARROLLO AGROPECUARIO entregada al Gobierno Nacional como aporte para destrabar el conflicto originado por la aplicación de las retenciones móviles (Resolución 125), dice puntualmente en el ítems Nº 9 “PLANES PARA EL DESARROLLO SECTORIAL La diversificación productiva nacional como parte del desarrollo local y regional necesita planes integrales de desarrollo sectorial en la perspectiva de cadenas de valor. Proponemos el financiamiento y otros incentivos para la producción primaria y su industrialización de actividades como la del arroz, algodón, cítricos, horticultura, caña de azúcar, porcinos, caprinos, ovinos y aves, entre otras. Estas actividades, además, son intensivas en la utilización de mano de obra.”

En Argentina existen distintas regiones que generalmente se denominan economías regionales; la pampa húmeda también es una economía regional, pero no es considerada como tal. Se denominan economías regionales a las regiones extra pampeanas. Esta concepción es precaria desde el punto de vista económico y conceptual. Cuando se habla o se escribe de “economías regionales” se está haciendo referencia a economías marginales a la pampa húmeda; por ejemplo: el algodón y las maderas duras del Chaco; la yerba mate y el té de Misiones; el arroz, las mandarinas y naranjas de Corrientes y Entre Ríos; los limones y pomelos de Tucumán y Salta, las peras y manzanas del Alto Valle; y, las lanas de la patagonia, caña de azúcar y algodón en el noreste santafesino entre otros.

Cuando hablamos de "economías regionales" generalmente nos referimos a producciones intensivas, basadas en el aprovechamiento de materias primas agropecuarias regionales que, de acuerdo a sus condiciones específicas, han avanzado con distinta intensidad en la industrialización local de sus productos derivados. En los últimos años, grandes empresas han ingresado a dichas actividades, pero, en líneas generales, estas economías están ligadas a la actividad de medianas y pequeñas empresas, con gran capacidad de generar empleos. Un plan de acción para estimularlas en términos de desarrollo del empleo, de sus potenciales productivos, debe tomar en cuenta sus particularidades, capacidades, fortalezas y debilidades.

Están vinculadas a través de algunas actividades muy competitivas, por ejemplo los limones de Tucumán, los vinos y los olivos de Cuyo; otras con altibajos como el arroz de Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes y otras en constante crecimiento como la avicultura de Entre Ríos. Las actividades económicas de estas regiones contribuyen en la provisión de bienes para los mercados locales o para el mercado nacional. En Argentina y especialmente en Santa Fe, falta planificación regional o planeamiento regional, en cada una de las regiones también. Como modelos de crecimiento, las economías regionales deben multiplicar las actividades económicas competitivas para que las distintas regiones se transformen en regiones genuinamente competitivas y, si es posible, para que transciendan el mercado nacional.

La verdadera competitividad regional estará dada por las ventajas naturales, las ventajas y por el progreso técnico o la incorporación de tecnología. La cadena de valor de la que habla Binner, para decirlo en términos modernos es como crear clusters, que son espacios donde las actividades económicas se integran y se articulan entre sí de manera vertical y horizontal con proveedores de insumos, servicios y educación; son eslabones aceitados de una cadena productiva que genera ventajas competitivas en relación a las actividades que actúan en forma aislada. Los clusters no nacen de forma espontánea, se deben al planeamiento regional y también a la participación activa y seria del estado, ya sea nacional o provincial.

El conflicto, desnuda la profundidad de la crisis de nuestra economía regional. El estado como bien los expresa el gobernador santafesino debe jugar un rol importante, en tanto y en cuanto incorpore estrategias de desarrollo. Algunas experiencias locales en marcha estarían mostrando un proceso "virtuoso" de desarrollo local, en ciudades intermedias o pequeñas; comienza con la generación de espacios de acción conjunta, inicialmente modestos, con iniciativas económicas o sociales. Lentamente, los actores locales descubren sus intereses en común y se complementan; los espacios de confianza mutua empiezan a ser reconocidos y descubiertos como recursos; en ese proceso crece la sociedad civil y se establecen articulaciones más ambiciosas y amplias, capaces de incorporar nuevos actores, nuevas relaciones Sociedad-Estado, una mayor capacidad para negociar e incidir en las políticas locales, regionales y nacionales, y devolver credibilidad a las instituciones. Sin duda, esto supone renovar la política y el papel del conocimiento en la sociedad.

Sinceramente es el único gobernador de Santa Fe que explícitamente definió el criterio de su gobierno sobre las economías regionales. Bueno, con la región cañera santafesina tiene ahora la oportunidad de desarrollar sus objetivos. Cuando rija a partir del 2010 la obligatoriedad de mezclar 5% de alcohol con naftas, la Provincia de Santa Fe consumirá 22,1 millones de litros de alcohol para cumplir, algo más de 11 mil hectáreas de caña de azúcar, con los rindes actuales. No hace falta tanto.

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